Si entras a este blog es bajo tu absoluta responsabilidad. Nadie asegura que salgas vivo... o entero. Si imaginaste que aquellas pesadillas interminables que sufrí­as de niño cuando te daba fiebre eran horrorosas, prepárate para conocer una nueva dimensión de la palabra HORROR...

lunes, junio 27, 2022

Memoria

 La mujer revolvía los cajones de su cajonera, buscando algo. En ese momento no lograba recordar qué estaba buscando, pero sabía que al verlo lo recordaría y todo volvería a su cauce normal.

La mujer rondaba los cincuenta y cinco años. Toda su vida había sido autovalente, nunca había dependido de nadie. De hecho había criado sola a su hijo quien ahora tenía treinta años, había logrado que se convirtiera en profesional y que formara su propia familia, lo que la tenía satisfecha a esas alturas de su vida. El hijo había sido producto de una relación con un suboficial de la policía, quien luego de engendrarlo desapareció de la vida de la mujer y jamás se preocupó de su hijo; la mujer pudo demandar al policía pues sabía dónde trabajaba, pero decidió hacerse cargo sola del pequeño y echar al olvido al padre ausente.

De un tiempo a esa parte, la mujer había empezado a presentar olvidos momentáneos en su trabajo, que no incidían en su rendimiento laboral. Sin embargo la mujer empezó a notar que cada vez los olvidos se hacían más frecuentes, que ya se empezaban a presentar en su vida personal, y donde sí estaban haciendo la diferencia. En un par de ocasiones no reconoció a su nuera, y en una no sabía que el pequeño que corría por su casa era su nieto.

La mujer decidió consultar a un neurólogo para tratar de encontrar el origen de su problema. Luego de una serie de exámenes el diagnóstico fue lapidario: demencia presenil. El profesional le explicó que demencia no significaba locura sino trastorno de memoria, y le indicó un medicamento para ayudar a retrasar la evolución de la enfermedad. La mujer decidió no comprar el fármaco, y desde ese momento empezó a buscar en su casa algo que sabía que tenía y que podía ayudarla a solucionar su problema, pero sin saber a ciencia cierta qué era.

La mujer llevaba cerca de un mes buscando en sus cajones. El antiguo orden de su casa había desaparecido, dando lugar a un caos que no era capaz de manejar. Su hijo había intentado convencerla que se mudara con él, pero la mujer se negó rotundamente, pues no quería echar a perder la vida de su hijo y su familia; aparte de eso sabía que le quedaban pocas cosas por revisar para encontrar lo que buscaba.

Tres de la mañana. La mujer estaba inmersa en el viejo closet de su dormitorio, el que alguna vez alcanzó a compartir con el padre de su hijo por una semana, antes que huyera de ella y de su hijo. De pronto en el fondo de uno de los cajones encontró una vieja caja de puros, en donde había algo pesado guardado. La mujer abrió la caja, y al ver el contenido reconoció lo que estaba buscando; su memoria volvió a ella por algunos segundos, y se alegró de encontrar el único recuerdo que el padre de su hijo había dejado en su hogar. A las tres y diez de la mañana, un disparo despertó a sus vecinos y a los perros de la cuadra.


sábado, junio 18, 2022

Cielo

 Joaquín miraba el cielo por la ventana de su oficina. Pese a que el edificio sólo le dejaba ver algunos centímetros de cielo, ello le bastaba para calmar su inquieta alma, que siempre parecía estar buscando algo más allá de lo que tenía o de lo que era. Cada vez que alguien le preguntaba qué era siempre respondía lo mismo: persona. Pero había momentos en que parecía querer ser más persona que de costumbre. Esa mañana el cielo estaba algo brumoso, haciendo que los rayos del sol pasaran distorsionados a ojos de todo el mundo, pero en especial a los suyos.

Joaquín miraba distraído la pantalla de su computador. El cielo llamaba demasiado su atención, pese a ser la típica imagen brumosa de mediados del otoño; sin embargo para él el infinito parecía tener un significado distinto, como si la eternidad quisiera decirle algo a través de su visión. De pronto Joaquín recordó que vivía en un mundo material, y que si no hacía adecuadamente su trabajo terminaría el mes desempleado y sin medios para seguir viviendo y pensando en su tiempo libre en el cielo; y definitivamente su mente le recordó que ese no era su tiempo libre.

Joaquín revisaba con detención su correo institucional, pues había un mail que debería haber llegado hace días y que no aparecía por ninguna parte. Luego de revisar todas las carpetas se convenció que el remitente no lo había enviado, y procedió a escribirle otro correo recordándole la necesidad de la información que debería enviar. En ese momento el cielo de Joaquín pareció cambiar de color, distrayéndolo de sus obligaciones nuevamente; el hombre se obligó a terminar el correo antes de dejar de lado todo para mirar el cielo a través de su ventana. Después de mirar cerca de cinco minutos, se convenció que nada había cambiado.

A la hora del almuerzo Joaquín estaba demasiado inquieto, pues desde la ventana del casino la visión del cielo era la misma que desde su oficina. El hombre se dio cuenta que necesitaba ver el firmamento en toda su inmensidad, aunque ella fuera sólo la que quedaba por sobre las edificaciones de la ciudad. Joaquín salió del edificio; al llegar a la calle descubrió que algo extraño estaba pasando. El cielo llegaba sólo hasta la línea imaginaria de las ventanas de su lugar de trabajo; bajo ella y sobre ella la negrura invadía el todo, dejándole apenas un cinturón de cielo para ver. Joaquín tomó aire profundamente, y se sentó en la escalinata del edificio donde trabajaba a contemplar su cielo.

sábado, junio 11, 2022

Luna

El hombre estaba acostado en la colina esa noche mirando al cielo, sin lograr entender por qué le gustaba tanto mirar las estrellas. Desde niño se había acostumbrado a tirarse donde fuera alguna noche a mirar el cielo estrellado, sin saber a ciencia cierta qué era lo que buscaba o lo que miraba. Con los años su costumbre se hizo cada vez más difícil de llevar a cabo, y al mudarse a la ciudad para encontrar un mejor trabajo se encontró con que las luces artificiales que le daban seguridad a la gente le echaban a perder su visión del cielo. Así, aprovechaba cada fin de semana largo o parte de sus vacaciones para volver a su viejo y mal iluminado pueblo natal para acostarse a mirar las estrellas.

Con el paso de los años el hombre empezó a interesarse en el cielo y dentro de sus posibilidades empezó a leer lo básico para entender lo que miraba. Así, lentamente empezó a reconocer algunas constelaciones, algunos planetas del sistema solar, y ciertas estrellas notorias que no requerían aparatos ópticos para ser reconocidas; ahora el hombre era capaz de entender un poco más lo que estaba viendo, y ya no se dejaba sorprender ante el paso de algún asteroide o de algún satélite. Si bien es cierto no era un experto, era capaz de sentirse cómodo mirando y entendiendo el firmamento.

Esa noche la imagen del cielo estaba coronada por una espectacular luna llena, que se veía realmente enorme. El hombre miró un rato la luna, hasta que se dio cuenta que un efecto óptico lo estaba haciendo creer que la luna estaba cada vez más grande, así que simplemente desvió la mirada e intentó encontrar la constelación de centauro; sin embargo la imagen de la luna le impedía concentrarse, por lo que decidió aclarar sus dudas buscando en internet para saber qué estaba pasando. El hombre sacó su teléfono, ingresó un par de frases al navegador y quedó desconcertado.

El hombre miraba incrédulo la pantalla. Según la información, la luna estaba en fase de cuarto menguante, y su distancia a la tierra no era la menor de su ciclo. El hombre miraba la pantalla y al satélite, y cada vez estaba más convencido que segundo a segundo se veía más grande. De pronto el hombre sintió cómo el suelo bajo sus pies empezaba a vibrar, y vio que algunas ramas que estaban tiradas en el pasto empezaban a elevarse. Al darse cuenta que su cuerpo era atraído hacía el cielo, el hombre se dio cuenta que el satélite natural de la tierra estaba volviendo a sus orígenes, lo que terminaría con toda la vida en la superficie del planeta. Mientras empezaba a quedarse sin aire, alcanzó a disfrutar los segundos breves volando hacia su amado cielo.

sábado, junio 04, 2022

Sonido

 El muchacho caminaba por la calle escuchando música en un viejo walkman heredado de su padre. El joven era un amante de la música, cosa que había heredado de su familia; en su hogar había varios equipos de sonido, reproductores de vinilos, de cartuchos de ocho pistas, de cassetes y de cedés, reproductores de blueray, aparte de amplificadores varios y sistemas de parlantes. Desde pequeño su padre le enseñó que el sonido digital era un sonido comprimido de mala calidad, y el joven con los años aprendió a distinguir la calidad de sonido de cada reproductor. Ahora estaba cursando su primer año de ingeniería de sonido, y prefería andar cargado de cassetes antes de sucumbir al básico sonido digital.

El muchacho había desarrollado con el tiempo la capacidad para distinguir muy bien los sonidos que lo rodeaban; tal como era capaz de diferenciar cada instrumento en una grabación de una orquesta, era capaz de distinguir cada sirena de vehículos de emergencia, sabiendo desde dónde venían y hasta dónde se dirigían. A veces en la biblioteca escuchaba los cuchicheos de pasillo como si la gente hablara a volumen normal: su capacidad de discriminación de sonidos era casi única, y el joven lo aprovechaba para sus gustos musicales y para su vida diaria.

Esa tarde el joven había salido algo más tarde de clases, por lo que ya estaba oscureciendo y la temperatura ambiente estaba bajando levemente. El muchacho iba a tranco rápido avanzando hacia el paradero, mientras escuchaba en su walkman música de los años setentas. De pronto el muchacho empezó a escuchar un tictac como de aquellos viejos relojes analógicos de cuerda, por lo que de inmediato sospechó que algo andaba mal con el mecanismo del reproductor de sonido. El muchacho se sacó los audífonos: en ese instante notó que el leve sonido no venía del reproductor, sino del ambiente. El joven cerró los ojos para intentar identificar el foco de origen del sonido: dos minutos más tarde el joven tenía claro que el sonido venía desde el pavimento.

El muchacho estaba algo extrañado, pues no había motivo alguno para que hubiera un tictac bajo el pavimento. De pronto el joven vio a cinco metros de donde estaba una tapa como de alcantarilla abierta por donde asomaba el extremo de una escalera. El joven se acercó y miró por el agujero: no se veía a nadie en el túnel donde estaba apoyada la base de la escalera, por lo que decidió bajar a investigar. La escalera era bastante más larga de lo que creía, y se balanceaba mucho con su peso, por lo que empezó a bajar más lento para no sufrir algún accidente. El túnel estaba oscuro, por lo que el muchacho encendió la linterna de su teléfono celular para empezar a avanzar: en ese lugar el tictac era cada vez más fuerte, y ya parecía haber identificado desde dónde venía.

El joven avanzó cerca de diez metros, y llegó a una escalinata con barandas; al notar que el sonido venía desde ese lugar decidió bajar a ver qué descubría. Al llegar al nuevo túnel se dio cuenta que el sonido era más fuerte, y nuevamente identificó desde dónde sonaba más fuerte.

Veinte minutos más tarde, y luego de bajar siete escaleras a lo largo de ocho túneles, el sonido había aumentado notoriamente. El muchacho no sabía a qué profundidad se encontraba, pero sabía que estaba más cerca del origen del sonido. De pronto el muchacho escuchó un sonido muy tenue, como de pasos: dos segundos más tarde una explosión fue lo último que escuchó en vida. El guardia tocó el cuerpo del muchacho para asegurarse que estuviera muerto, luego de lo cual guardó su arma y dio aviso por radio. Pese a no ser asunto suyo, le llamaba la atención que alguien desde la superficie hubiera sido capaz de escuchar el funcionamiento de los engranajes que mantenían balanceada la superficie de la tierra hueca. Antes de irse recogió el walkman, limpió la sangre y se colocó los audífonos, y empezó a escuchar con curiosidad la música de la superficie del planeta.