Si entras a este blog es bajo tu absoluta responsabilidad. Nadie asegura que salgas vivo... o entero. Si imaginaste que aquellas pesadillas interminables que sufrí­as de niño cuando te daba fiebre eran horrorosas, prepárate para conocer una nueva dimensión de la palabra HORROR...

viernes, febrero 26, 2021

Silencio

 La muchacha leía en silencio mientras la gente a su alrededor hablaba a todo volumen. La joven estaba concentrada en su libro, y no tomaba en cuenta a la gente que a su alrededor no paraba de hablar. El ruido ambiente era casi ensordecedor a esa hora del día, pero ello no impedía a la joven estar inmersa en la historia del libro, y sentir como si estuviera dentro del texto, viviendo casi al lado del protagonista sus devenires.

La joven estaba cada vez más concentrada en la historia que leía, pese al movimiento del vagón del tren subterráneo y de la gente que hablaba sin parar. De pronto en una estación subió un cantante con un amplificador, saludó a la gente, se presentó, y luego encendió el aparato el cual empezó a tocar una canción a alto volumen, sobre lo cual empezó a cantar. La gente a su alrededor empezó a hablar cada vez más fuerte para poder hacerse escuchar por sobre el ruido del cantante. Mientras tanto, la joven seguía inmersa en el universo del libro.

Dos estaciones más allá el cantante terminó de cantar y se bajó, siendo reemplazado por un ejército de vendedores ambulantes. Chocolates, audífonos, chicles, agua con y sin gas, eran parte de la variada oferta recibida por los viajeros, quienes subían su volumen para poder seguir conversando por sobre el ruido de los vendedores. Al fondo del vagón dos policías conversaban animadamente, sin siquiera pensar en fiscalizar a los vendedores ambulantes. La muchacha de pronto levantó su cabeza para ver en qué estación iba.

La muchacha seguía leyendo su libro en silencio. Los parlantes avisaron la llegada a una estación de transbordo, donde el flujo de pasajeros era enorme. La muchacha se puso de pie, cerró su libro, dejó su mochila en el piso no sin antes tirar de un cordón conectado con el interior del continente. Cuando las puertas se cerraron y el tren partió, una enorme explosión se dejó sentir, y el vagón donde iba la muchacha voló en mil pedazos. Todos corrieron hacia el andén menos la muchacha, quien siguió su marcha hasta las escaleras de transbordo, escuchando por fin el silencio necesario para seguir dentro de su historia.

viernes, febrero 19, 2021

Frio

 El hombre temblaba de frío. Esa mañana de primavera amaneció bastante nublada, y el hombre por apuro no alcanzó a ver el pronóstico del tiempo por lo que salió sólo con una polera delgada de manga corta. Al parecer y al menos por la mañana, pues al llegar a su lugar de trabajo si revisó el pronóstico para el día, pasaría algo de frío sin que ello le preocupara mayormente.

A mediodía el frío había aumentado, el día estaba más nublado, y parecía que las condiciones no mejorarían durante la jornada. El hombre llegó a pensar en la posibilidad de usar la hora de almuerzo para ir a alguna multitienda y comprar alguna prenda para pasar la emergencia, cosa que finalmente no hizo pues el tiempo y el dinero no le alcanzaban. Así, debería soportar las bajas temperaturas hasta llegar a su casa a la tarde.

A la hora de salida el frío arreciaba, la tarde estaba oscura y había empezado a nevar. El hombre no entendía el mal pronóstico que había visto por internet, pero simplemente se fue caminando y tiritando al paradero de buses para irse a su domicilio. Luego de diez minutos en el lugar pasó su bus y pudo hacer el camino de regreso a su hogar.

A la mañana siguiente el hombre pensó en llevar una chaqueta liviana para pasar el eventual frío matinal y no andar tan cargado de ropa a la tarde. Grande fue su sorpresa al ver que la entrada de su edificio tenía cerca de cincuenta centímetros de nieve, que el conserje del turno de la mañana no había llegado, y que el del turno de la noche no se podía ir. El hombre volvió a su departamento, se puso ropa de invierno y salió a esperar locomoción. Una hora después volvió a su departamento sin haber encontrado movilización, y casi congelado.

A la mañana siguiente el hombre llegó a la entrada de su edificio. La nieve llegaba a un metro de altura. El hombre decidió partir al supermercado, a ver si podía al menos comprar pan para algunos días. Al llegar encontró todo cerrado, y a un guardia en el suelo, congelado y sin signos vitales. El hombre llamó a la policía y a la ambulancia, sin encontrar respuesta. Como pudo volvió a su edificio, subió a su departamento y encendió el televisor. En un canal había un periodista transmitiendo desde su vivienda, contando que el mundo entero había entrado en una nueva era glacial, y que no había esperanzas de salvación para la raza humana. El hombre apagó el televisor, sacó una botella de ron, bebió un vaso y se sentó a esperar a que los servicios básicos dejaran de funcionar y la comida se le acabara. O que el frío lo matara, lo primero que sucediera.

viernes, febrero 12, 2021

Oportunidad

El café aún humeaba en la taza que estaba en el escritorio al lado del computador. La pantalla estaba encendida, el navegador estaba abierto, tal como una planilla Excel vacía. En la silla frente al computador no había nadie. En el escritorio de al lado tampoco. En ninguno de los escritorios de la oficina había gente. En ninguna de las oficinas había ocupantes. El piso completo estaba vacío, al igual que todo el edificio.

Las calles estaban repletos de autos. Todos encendidos, los motores humeando, algunos ronroneando, los menos rugiendo. Los vehículos estaban sin ocupantes. Había algunos accidentes menores por aquellos vehículos que siguieron avanzando al quedar sin freno de mano, pero nada que generara un caos especial.

Los animales deambulaban libremente por la ciudad. Las aves cantaban en los árboles, se bañaban si encontraban agua acumulada, volaban de un lado a otro sin restricciones. Los perros se movían solos o en manadas, ladrando por doquier, comiendo desechos o restos de comidas dejadas en la calle. Los gatos no tomaban en cuenta nada, simplemente seguían con sus vidas; de tanto en tanto uno que otro era correteado por las mandas de perros, pero salvo ello no había mayor problema. Las mascotas estaban desconcertadas, pues no tenían dueños a quienes pedir comida o a quienes acompañar.

De pronto un enorme rugido se hizo escuchar. Un avión de pasajeros cayó en medio de la ciudad, destruyendo edificios y vehículos. El avión no tenía piloto ni tripulación. Tampoco tenía pasajeros. Nadie estaba en los autos ni tampoco en los edificios, por lo que no hubo víctimas que lamentar.

Los barcos en el puerto flotaban como de costumbre. Aquellos anclados se mantenían en su lugar, los que no eran movidos por las olas. Ninguno tenía tripulantes, capitanes, marineros o estibadores. Los puertos estaban vacíos, sin nadie que cargara o descargara dichos barcos.

El planeta de un instante a otro se quedó sin humanos. No hubo una muerte masiva ni una guerra nuclear, simplemente a cierta hora los humanos desaparecieron. Ahora el planeta estaba a merced de los animales y de sí mismo. En algunas décadas retomaría su ciclo normal y volvería a ser el paraíso que el hombre destruyó cuando el demiurgo decidió plantarlo en el planeta. La tierra por fin tenía una segunda oportunidad, y no la dejaría pasar.

viernes, febrero 05, 2021

Horas

 Seis de la tarde. Seis golpes suenan en la puerta de entrada del departamento. El dueño se pone de pie luego de haber vuelto a casa apenas unos minutos antes y abre la puerta. Frente a él había una joven mujer de no más de veinte años, vestida con ropa bastante anticuada, que movía la boca como si hablara pero sin emitir sonido alguno. El hombre la miró extrañado, y al no lograr que mujer dijera nada audible, simplemente cerró la puerta, y siguió haciendo su vida.

Ocho de la tarde. Ocho golpes suenan en la puerta. El hombre abre, y se encuentra con un anciano desnudo que, tal como la joven de dos horas atrás, movía los labios sin emitir sonido. Nuevamente al no recibir respuesta audible el hombre cierra la puerta, con algo de preocupación.

Diez de la noche. Diez golpes suenan en la puerta. El hombre abre. Tres niños vestidos con disfraces de terror empiezan a mover sus labios a la vez, y tal como las dos visitas anteriores, ninguno emite sonido alguno. El hombre simplemente cierra su puerta, bastante preocupado.

Doce de la noche. Doce golpes tocan a su puerta. El hombre abre. Un hombre vestido con uniforme de la segunda guerra mundial se para frente a él, lo apunta con su fusil, y empieza a mover los labios con fuerza, pero sin emitir sonido alguno. El hombre cierra su puerta, asustado.

Dos de la mañana. Dos golpes suenan en la puerta. El hombre mira por el ojo de gato, y no ve a nadie. De todos modos abre la puerta, y frente a él aparece una mujer con traje de baño a la usanza de principios de siglo veinte moviendo sus labios sin emitir sonido. El hombre cierra la puerta, aterrado.

Cuatro de la mañana. Cuatro golpes suenan en su puerta. El hombre mira por el ojo de gato, y ve a una mujer vestida con normalidad. El hombre abre la puerta, la mujer abre la boca y una voz grácil lo saluda y le pregunta si puede entrar. El hombre la invita a pasar. La mujer se sienta en el living y le pregunta por los sucesos de ese día. El hombre le cuenta. La mujer le pregunta si entiende. El hombre dice que no. La mujer le explica que él es un médium, que sus poderes estaban despertando, y que su labor era escuchar y ayudar a las almas que, habiendo muerto, no sabían cómo seguir su camino. El hombre se ríe. La mujer se desmaterializa frente a sus ojos. El hombre entiende, y se queda sentado pensando. De pronto aparecen frente a él todos los visitantes del día hablándole a la vez. El hombre los escucha a todos. El hombre enciende su computador, abre internet, y goglea “ayudar a pasar almas al más allá”.