Si entras a este blog es bajo tu absoluta responsabilidad. Nadie asegura que salgas vivo... o entero. Si imaginaste que aquellas pesadillas interminables que sufrí­as de niño cuando te daba fiebre eran horrorosas, prepárate para conocer una nueva dimensión de la palabra HORROR...

domingo, abril 27, 2025

Médico

La sala estaba vacía, solo estaba el médico esperando la hora de llegada del siguiente paciente.

Media hora después el médico miró su agenda y su reloj, y se dio cuenta que el tiempo no había pasado. El profesional entonces salió de su oficina, se dirigió a un pequeño estar a no más de diez pasos de su oficina, se sirvió un café en una taza cualquiera y se sentó a beber el reponedor líquido mientras miraba fijamente las manecillas del reloj de pared, las que no se movían en lo absoluto.

Una hora más tarde el médico salió del edificio ubicado en un barrio exclusivo de la ciudad. Las calles estaban vacías, no había viento, los árboles estaban tiesos, una que otro perro callejero no se movía de su posición, y varias aves estaban suspendidas en el cielo.

Una hora más tarde el hombre llegó caminando al departamento que compartía con su novia, pues al intentar usar su auto éste no funcionó. El hombre subió los once pisos por las escaleras, entró al departamento y encontró a la mujer encima de un hombre, ambos desnudos, en pleno acto sexual congelado en el tiempo; el hombre los miró casi despreocupado, para inclinarse debajo de la cama a buscar algo.

Dos horas más tarde el profesional no había logrado encontrar lo que estaba buscando; al saberse engañado, pero peor aún, preso de un tiempo que no se movía, se acercó al balcón, y sin pensarlo demasiado saltó al vacío.

El médico estaba consternado: al saltar al vacío se había quedado flotando en el espacio, a una distancia tal que le impedía volver al balcón y deshacer lo hecho. Así, el orgulloso profesional, que la noche anterior había encontrado un libro de magia propiedad de su novia, y que se había burlado grotescamente del afán de la joven mujer, ahora estaba atrapado en un hechizo que él mismo hizo siguiendo las instrucciones del libro al pie de la letra. El hombre había quedado congelado en el tiempo, y sólo le quedaba esperar morir de sed e inanición en cuatro o cinco interminables días, a menos que el tiempo, en ese bolsón de tiempo, no siguiera siquiera sus propias leyes naturales.

domingo, abril 20, 2025

Carta

La secretaria digitaba el texto a toda velocidad. Como buena representante de la vieja escuela, la mujer estaba formada en taquigrafía por lo que podía escribir textos sin mirar el teclado del computador o en su momento de la máquina de escribir mecánica o eléctrica: su vista estaba fija en el papel manuscrito que debía transcribir, saltándose todas las palabras tarjadas y corregidas para tener listo el resultado lo antes posible. Tras de ella, el hombre con el fusil la miraba con algo de curiosidad.

El hombre del fusil vigilaba el trabajo de la secretaria. El hombre, un exmilitar condecorado por hacer nada durante su carrera, estaba entrenado en el uso de armas largas y de puño, las cuales nunca había usado contra alguna persona o animal. Ahora se desempeñaba como mercenario, y en ese momento su misión era vigilar que la secretaria terminara de transcribir el texto a computador. El hombre no entendía cómo la mujer era capaz de escribir sin mirar el teclado, ni de digitar tan rápido como lo hacía; sin embargo ello no importaba, en la medida que la mujer terminara de digitar el texto.

La mujer ordenaba los papeles para terminar lo antes posible su trabajo. El hombre la miraba nervioso al ver que se tardaba en ordenar los papeles; finalmente la mujer logró darle el orden lógico a cada página manuscrita y pudo volver con su trabajo. El hombre respiró tranquilo al ver a la mujer volver a su trabajo.

La mujer terminó de digitar el texto; de inmediato se puso de pie, se dirigió a la impresora, imprimió el documento en un tamaño de letra lo suficientemente grande para que cualquiera pudiera leerlo, lo corcheteó, y se lo pasó en la mano al hombre armado, para luego volver a sentarse, esta vez mirando la pantalla. El hombre dejó el legajo sobre un escritorio, sacó su arma de puño del cinturón, colocó al cañón en la nuca de la mujer, cerró los ojos y haló el gatillo. Luego tomó el legajo y lo llevó a su destinatario.

El secretario general de las Naciones Unidas inició una cadena mundial de radio y televisión. Frente a todos los habitantes del planeta leyó la carta de rendición de la humanidad ante las fuerzas extraterrestres que rodeaban con sus naves al planeta. Diez segundos después de terminar la lectura, una luz invadió la pantalla. Un minuto más tarde empezó la destrucción del planeta a manos de los alienígenas. Mientras tanto en lo profundo del bunker en que se digitó la carta, el cuerpo de la mujer se retorcía por la impericia del militar que la dejó agonizando, en espera de morir luego a manos de los invasores para terminar con su sufrimiento.

domingo, abril 13, 2025

Música

El silencio complicaba a esa hora de la mañana al barrendero. A las diez de la mañana el tráfico era enorme, y sin embargo el ruido ambiente era mucho menor al habitual; de hecho el hombre creyó que le estaban fallando los oídos o que los tenía tapados; sin embargo en ese momento un joven se acercó a preguntarle por una calle cercana, y lo pudo escuchar perfectamente. Algo estaba haciendo que el ruido ambiente bajara su intensidad, y pese a que no era capaz de explicarlo, lo estaba disfrutando.

El barrendero estaba barriendo el parque casi con placer, gracias a que ese día los vehículos parecían hacer menos ruido. El hombre estaba disfrutando la música de sus audífonos, y era tanto el silencio reinante que hasta bajó el sonido de la música porque estaba demasiado fuerte y lo estaba incomodando. Esa mañana quedaría guardada en su memoria por siempre, como el día más silencioso de su vida.

El hombre ahora estaba regando el césped del parque sin mayores preocupaciones; la música en sus audífonos estaba casi al mínimo, y sin embargo lo seguía incomodando, por lo que decidió apagar el reproductor para disfrutar el silencio. En ese instante se dio cuenta que la música seguía sonando en su cabeza, y que cada vez sonaba más fuerte.

El barrendero estaba asustado, hacía media hora que había guardado loe audífonos y la música ya estaba a un volumen ensordecedor en su cabeza; tanto era así, que le costaba concentrarse en sus quehaceres. De pronto una señora se acercó a decirle o a preguntarle algo, pero el barrendero sólo escuchaba la música de su cabeza; el hombre se asustó, y empezó a alejarse de la mujer quien empezó a agitar sus brazos y a abrir su boca cada vez más. En ese momento el barrendero sintió el impacto por su espalda: el bus que lo golpeó luego de hacer sonar latamente su bocina e intentar frenar, lo lanzó a cerca de quince metros, luego de lo cual su cuerpo se azotó contra el pavimento muriendo en el instante.

El alma del barrendero estaba al lado de su cuerpo tratando de entender qué había sucedido. La música ya no sonaba en su cabeza, y el silencio se había apoderado nuevamente del todo. La música ya no era necesaria, había servido simplemente como un medio de la divinidad para facilitar su partida desde el mundo de los vivos al más allá, donde fuera que ello quedara.

domingo, abril 06, 2025

Desconocido

Página en blanco. Mente en blanco. Correo en blanco. Once de la mañana y la oficinista seguía mirando la pantalla del procesador de texto a ver si la vida la iluminaba y lograba evacuar el informe que le habían solicitado hacía ya una semana desde su jefatura directa, y que debía enviar por correo antes de las doce del día. Si bien era cierto su jefa era su amiga del alma y siempre le perdonaba algunos retrasos en la entrega de informes, en esa ocasión el texto era esperado por el gerente de la empresa por lo que el plazo era perentorio y no quedaba más que entregarlo o atenerse a las consecuencias.

La mente de la oficinista no estaba en la oficina sino a kilómetros de ahí. El fin de semana anterior había salido sola a beber algo a un bar, había conocido a un hombre extraño que le llamó la atención, las cosas se fueron dando hasta terminar en la cama con él, y solo al despertar a la mañana siguiente se acordó que tenía novio y que la había estado esperando esa noche. La mujer había quedado tan obnubilada con el desconocido que cuando su novio le preguntó qué había pasado, simplemente le contó la verdad y terminó la relación de cuatro años en un momento. El problema era que nada sabía del desconocido, que no sabía cómo encontrarlo, y lo peor de todo es que sentía algo extraño desde que lo dejó que no sabía explicar, y que no la dejaba estar tranquila.

Diez para las doce del día y la pantalla seguía en blanco. En ese momento apareció por la puerta su jefa, mujer oriunda del sur de Chile, quien en cuanto la miró la notó extraña. La mujer le dijo que no se preocupara, que ella ya había hecho el informe y lo había enviado a gerencia, y ahora necesitaba saber qué estaba pasando con ella.

Las mujeres bajaron a una cafetería a la hora de almuerzo. La oficinista le contó a su jefa todo lo que le había pasado el fin de semana. La mujer la escuchó y le dijo que se juntaran a la salida, pues la iba a invitar a salir, a lo que la oficinista accedió de inmediato.

Media hora después de la hora de salida ambas mujeres estaban en la sala de espera de una consulta ginecológica. Poco menos que a la fuerza la jefa consiguió que la mujer se tomara un test de embarazo que salió inmediatamente positivo, cosa que para ella era incomprensible pues ella tomaba anticonceptivos y su novio usaba condones, pues estaba terminando de cursar un postitulo por lo que un embarazo era lo último que necesitaban. Sin embargo su jefa la seguía mirando de reojo. En cuanto entró a la consulta la jefa le entregó el test al ginecólogo quien tenía en la consulta un ecógrafo. Al mirar los tres la pantalla, nadie entendía nada, mientras la embarazada ahogaba un grito de terror en su garganta.

El extraño hombre estaba nuevamente en la barra de algún bar de la ciudad. El hombre sabía que le quedaba poco tiempo de permiso, por lo que debía aprovechar cada segundo. Mientras en la calle la mujer lloraba desconsolada al saber que en su útero se desarrollaba un ser deforme que no era hijo de su novio, el trauco aprovechaba los últimos días de permiso que le habían dado los brujos de la recta provincia para salir de Chiloé y hacer de las suyas en el resto del país.