Noche de Halloween
Para empezar y para aquellos que no lo sepan, estaré sin internet domiciliario a lo menos por dos semanas (que podrían llegar a tres), por lo que mi comunicación con ustedes se llevará a cabo en este período con el gentil auspicio del internet de mi empleador, en días hábiles y en horarios de oficina hasta que pueda solucionar mi problema de conexión.
Esta historia ya es un clásico de Doctor Blood para Halloween, de hecho quienes me siguen hace tiempo ya la conocen. Para los visitantes más nuevos, este es un espeluznante relato de la noche en que los muertos se apoderan del mundo de los vivos; para darle más ambiente, además de dejarlo en el formato escrito de siempre también lo encontrarán en audio por si lo quieren escuchar por mi dulce y tierna voz. Feliz Halloween a todos…
Halloween
Por fin, la noche esperada. Estoy libre otra vez. Un maldito año encerrado esperando la única noche en que quedo en libertad absoluta de rondar como y donde quiera. A menos que ella aparezca…debo darme prisa, si salgo rápido de la tumba tal vez no lo note, y pueda hacer de las mías por esta sola noche en el año. La ciudad luce igual, quizás más iluminada pero sólo eso… las mismas calles, los mismos cuellos, los mismos huesos… ¡ah, qué festín me daré!, ríos de sangre y entrañas bañando las alcantarillas, alaridos de dolor apagados por falta de garganta, mirada de incertidumbre e incredulidad en las cabezas que ruedan por los suelos, hedor a muerte por doquier…
-Adolfo…- ese nombre, en la penumbra, retumba junto a un batir de alas.
-Adolfo…- su voz, malditamente tierna, dolorosamente dulce, endemoniadamente acogedora. No, maldición, no otra vez. Ese engendro de luz que sale a cazarme cada vez que logro escapar de la cárcel de la perfección. Su vuelo me sobrecoge, el pensar en que me busca sólo para... ¿protegerme? ¡Maldita sea, cree que me busca para protegerme!
Sigo avanzando, al correr de las horas mis alimentos empiezan a intentar volver a sus casas. Esta vez trataré de ser más fino, de no dejar huellas, de dejar pocos restos y tan irreconocibles, que la comida del próximo año no tenga pie para sufrir por los que ahora saciarán mi apetito. ¿Qué hay en el menú? Ancianos…no, poca sustancia, poca sangre, y quedo con mucha sed. Hombres… de pronto alguno opone resistencia, creo que no, estoy algo agotado esta noche. Mujeres…si no gritaran tanto serían un buen plato. Niños…hay que comer muchos para saciarse, y a esta hora ya están escondidos en sus guaridas…. creo que este año serán…
-¡Adolfo!- no puede ser, me encontró. Su sola presencia me ciega, su luminosidad, su bondad, su amor… ¿porqué no me odias para poder destrozarte?, ¿porqué no me atacas para defenderme? ¡Responde, ángel del bien, no me mires con tu nauseabunda bondad, no abras tus endemoniadas alas blancas para cubrirme del viento…deja de sonreír!
-Adolfo…- tu pálida mano se acerca a mi remedo de piel, sé que si logras tocarme habrá acabado todo; tu asquerosa ternura terminará por prender la chispa de la dulzura en mi ser, y me quemará desde dentro, acabando con todo el espanto que he logrado. Los espectros que debían protegerme huyeron, saben que tu cercanía es sinónimo de ascensión, y sólo quieren descender. Ya no queda más que esperar el desenlace: maldito ángel, esperaste el lugar propicio, me seguiste sin dar señales de vida y luego me arrinconaste… llegó la hora, tu prístina piel se acerca a mi cianótica carne y gris esqueleto, y no puedo huir… por favor engendro celestial, hazlo rápido para no sufrir, para no sentir tanto bien en mi ausencia….
-Adolfo, amor, despierta. De nuevo te quedaste dormido en tu computador. Ya, vaya a disfrazarse, rapidito para ir a pedir dulces mira que tus amigos están por llegar.
-Sí mamá…
Esta historia ya es un clásico de Doctor Blood para Halloween, de hecho quienes me siguen hace tiempo ya la conocen. Para los visitantes más nuevos, este es un espeluznante relato de la noche en que los muertos se apoderan del mundo de los vivos; para darle más ambiente, además de dejarlo en el formato escrito de siempre también lo encontrarán en audio por si lo quieren escuchar por mi dulce y tierna voz. Feliz Halloween a todos…
Halloween
Por fin, la noche esperada. Estoy libre otra vez. Un maldito año encerrado esperando la única noche en que quedo en libertad absoluta de rondar como y donde quiera. A menos que ella aparezca…debo darme prisa, si salgo rápido de la tumba tal vez no lo note, y pueda hacer de las mías por esta sola noche en el año. La ciudad luce igual, quizás más iluminada pero sólo eso… las mismas calles, los mismos cuellos, los mismos huesos… ¡ah, qué festín me daré!, ríos de sangre y entrañas bañando las alcantarillas, alaridos de dolor apagados por falta de garganta, mirada de incertidumbre e incredulidad en las cabezas que ruedan por los suelos, hedor a muerte por doquier…
-Adolfo…- ese nombre, en la penumbra, retumba junto a un batir de alas.
-Adolfo…- su voz, malditamente tierna, dolorosamente dulce, endemoniadamente acogedora. No, maldición, no otra vez. Ese engendro de luz que sale a cazarme cada vez que logro escapar de la cárcel de la perfección. Su vuelo me sobrecoge, el pensar en que me busca sólo para... ¿protegerme? ¡Maldita sea, cree que me busca para protegerme!
Sigo avanzando, al correr de las horas mis alimentos empiezan a intentar volver a sus casas. Esta vez trataré de ser más fino, de no dejar huellas, de dejar pocos restos y tan irreconocibles, que la comida del próximo año no tenga pie para sufrir por los que ahora saciarán mi apetito. ¿Qué hay en el menú? Ancianos…no, poca sustancia, poca sangre, y quedo con mucha sed. Hombres… de pronto alguno opone resistencia, creo que no, estoy algo agotado esta noche. Mujeres…si no gritaran tanto serían un buen plato. Niños…hay que comer muchos para saciarse, y a esta hora ya están escondidos en sus guaridas…. creo que este año serán…
-¡Adolfo!- no puede ser, me encontró. Su sola presencia me ciega, su luminosidad, su bondad, su amor… ¿porqué no me odias para poder destrozarte?, ¿porqué no me atacas para defenderme? ¡Responde, ángel del bien, no me mires con tu nauseabunda bondad, no abras tus endemoniadas alas blancas para cubrirme del viento…deja de sonreír!
-Adolfo…- tu pálida mano se acerca a mi remedo de piel, sé que si logras tocarme habrá acabado todo; tu asquerosa ternura terminará por prender la chispa de la dulzura en mi ser, y me quemará desde dentro, acabando con todo el espanto que he logrado. Los espectros que debían protegerme huyeron, saben que tu cercanía es sinónimo de ascensión, y sólo quieren descender. Ya no queda más que esperar el desenlace: maldito ángel, esperaste el lugar propicio, me seguiste sin dar señales de vida y luego me arrinconaste… llegó la hora, tu prístina piel se acerca a mi cianótica carne y gris esqueleto, y no puedo huir… por favor engendro celestial, hazlo rápido para no sufrir, para no sentir tanto bien en mi ausencia….
-Adolfo, amor, despierta. De nuevo te quedaste dormido en tu computador. Ya, vaya a disfrazarse, rapidito para ir a pedir dulces mira que tus amigos están por llegar.
-Sí mamá…