Toñito
El frío calaba hondo a las cinco de la mañana en pleno invierno. Bien
lo sabía Toñito, el viejo vagabundo que llevaba ya cerca de treinta de sus
sesenta años de vida viviendo en la calle; el viejo enflaquecido y con la piel
curtida por las inclemencias del tiempo intentaba conciliar el cada vez más
esquivo sueño, cubierto con cartones, un par de viejas frazadas, y dos perros
callejeros que lo escogieron como compañero de andanzas esa gélida madrugada.
La calle es un hogar cruel pero que no discrimina, todo aquel que no
tiene un lugar en la sociedad establecida puede empezar a vivir en la calle, y
ella lo acogerá como a todos: sin contemplaciones ni privilegios. Las historias
acerca del pasado de sus habitantes muchas veces rayaban en la leyenda; sin
embargo, la mayoría eran sólo personas que no fueron capaces de insertarse en
un sistema duro y descarnado, y tuvieron que acostumbrarse a vivir con las
sobras o la caridad de quienes sí decidieron sacrificar su vida en pos del
sistema. Toñito era de la minoría: el delgado hombre tenía un pasado hasta
cumplidos los treinta años, que fue el que lo obligó a abandonar todo. Toñito
era conocido como El Grand Antoine, hijo de uno de los más famosos magos del
mundo, y creador de uno de los trucos más fantásticos de la historia de la
magia: el huracán. En su truco, Toñito hacía aparecer un huracán en medio del
escenario que decía crear y controlar con su mente; luego de subir a su pequeño
hijo en el huracán y hacerlo volar en él por el teatro, elegía a algún
voluntario del público para hacerlo levitar un par de metros y demostrar la
ausencia de ilusión y la presencia de magia pura. Al cumplir los treinta, y
poco después del cumpleaños número diez de su primogénito, algo salió mal en el
armado del truco, y mientras su hijo se encontraba a más de veinte metros de
altura, se precipitó sobre las butacas muriendo en el acto, y matando a una
niña de cinco años por el impacto de su cabeza contra la de su hijo. Luego de
la demanda, y de algunos meses de cárcel, Toñito salió a la calle sin familia
ni sustento, y sin la chispa que necesitaba para seguir viviendo.