Si entras a este blog es bajo tu absoluta responsabilidad. Nadie asegura que salgas vivo... o entero. Si imaginaste que aquellas pesadillas interminables que sufrí­as de niño cuando te daba fiebre eran horrorosas, prepárate para conocer una nueva dimensión de la palabra HORROR...

miércoles, octubre 27, 2010

Declaración (y algo más)

Antes de empezar con esta nueva temporada de cuentos después de entregarles de modo íntegro mi primera novela, deseo invitarlos a ver mi nuevo proyecto literario Doctor Blood Obras completas , que resume todos mis escritos hasta febrero de este año. Ahora dejo con ustedes el primer cuento de esta nueva temporada titulado Declaración. Saludos sangrientos.


Declaración

Sentada en la oficina a la espera de la llegada del gerente, la secretaria se notaba algo nerviosa. Luego de un largo tiempo cavilando acerca de las vicisitudes de su vida laboral y personal, había tomado la decisión de hablar con su jefe y decirle lo que sentía por él. Ya no podía seguir ocultando al gerente sus sentimientos, ni tampoco seguir negándose a la realidad: por mucho que le hubieran repetido en todos lados que no había que mezclar emociones con trabajo, en ese instante podía más su necesidad de felicidad.

Cinco años llevaba esperando el momento de tener las agallas de declararse a su jefe. El hombre que la había recibido el primer día seguía siendo el mismo, y cada día que pasaba sentía más la necesidad de gritarle a él y al mundo entero aquello que inundaba su corazón y su existencia desde el instante en que lo vio por primera vez.

Esa mañana usó su mejor perfume, la falda que a él más le gustaba según sus miradas, el maquillaje que mejor resaltaba su belleza natural. Cuando el gerente llegó ella inmediatamente lo siguió a su privado y cerró la puerta tras de sí. Su corazón latía con fuerza y casi con desesperación; sin mediar palabra se acercó a él, lo miró a los ojos, y luego de degollarlo de un solo corte se alejó de la oficina cuya alfombra se tiñó rápidamente de color escarlata. En los oídos del gerente, que se apagaban con celeridad junto con su vida, retumbaba la declaración de su secretaria:

-Te odio desde que te vi, maldito engendro del infierno…

miércoles, octubre 20, 2010

Historia de Sangre: Demonio y Epílogo

Historia de Sangre ©2007 Jorge Araya Poblete
Registro de Propiedad Intelectual Inscripción Nº 160719

Capítulo XXX: Demonio

Blood no acababa de salir de una sorpresa cuando ya había caído en otra. De monstruo antropófago inmortal y creador de una de las mejores universidades del planeta, había pasado a demonio… ese concepto que lo había definido siglos atrás, cuando la ciencia era otra forma de magia, resultaba ser su esencia. La mujer que creyó su pareja, luego una bruja y finalmente su alumna, era su hermana en ese plano que se definía como infierno y que empezaba a llamar “hogar”… Era demasiado en tan corto tiempo, aunque aún no había logrado definir una escala temporal en donde estaba.

-Bien, sigamos. ¿Qué más quieres saber?
-Espera… para ti tal vez esté todo claro, porque apareciste en mi existencia tres veces apenas, pero esto está recién aclarándose para mí.
-¿Qué quieres, una definición académica de infierno o demonio?
-Claro que no… pero si efectivamente soy un demonio, ¿por qué pasé mi existencia ayudando a los habitantes del planeta?
-Ese sí es mi hermano. Veamos Blood, ¿efectivamente ayudaste al planeta?
-Bueno, salvo el hecho de comer humanos todas las noches, ayudé a formar humanos inteligentes, a darles conocimientos y a usarlos.
-¿A quiénes?
-A quienes se comprometieran con el conocimiento, a aquellos capaces de dejar todo por saber, por aprender, por perpetuar la sabiduría…
-… o sea, a los egoístas, narcisistas y ególatras autosuficientes- las palabras de Luz definitivamente aclaraban las dudas de Blood.
-Cierto… tienes razón, el único objetivo era saber por saber… pero de todos modos los conocimientos que logramos ayudaron a los habitantes del planeta.
-¿A qué?
-Bueno, a llevar vidas mejores, más fáciles, que les dejaran más tiempo libre…
-¿Para qué?
-Para tener un mejor pasar…
-¿Por qué?
-Porque… porque…
-¿Qué lograron los habitantes del planeta con más adelantos y más tiempo libre?
-… realmente no tengo la respuesta…
-Vicios. Simplemente vicios. Piénsalo Blood, tenían más tiempo y menos cosas que hacer. No tenían que usar dicho tiempo en arreglar nada porque había un grupo de egoístas que se apoderó de todo el conocimiento y eran capaces de dar todas las respuestas necesarias.
-¿O sea que pervertimos al planeta?
-No, simplemente les dieron la oportunidad y ellos siguieron el camino obvio.
-Desde ese punto de vista entonces se cumplió la misión- Blood empezaba a asumir lentamente su realidad- Sacamos a los habitantes del planeta de un buen camino y lo llevamos al malo.
-No seas tan condescendiente contigo mismo hermano mío. Para sacar a alguien del buen camino debe estar en él primero.
-No entiendo.
-Tú partes del principio de la bondad original. La realidad es al revés…

Blood estaba en una nebulosa. Su misión era hacer el mal, y había hecho su parte. Pero el entorno en que vivió no era de seres bondadosos, sino malvados. Por tanto estaba en su medio… y si había logrado tan poco en tanto tiempo, su misión había sido un fracaso. Absorto estaba en su autoanálisis, cuando de pronto nace una burbuja cerca de la suya y dos cuerpos aparecen en ella, que le eran demasiado familiares.

-Luz… ellos…
-Ah, sí, ese par de tarados.
-¿Mis descendientes?
-Nominalmente y en ese plano físico, sí.
-¿Y qué se supone que son?
-Dos demonios inferiores que tenían que ayudarte a dar un paso más allá… pero el par de imbéciles se desvió del camino, uno por orgullo, el otro porque eligió mal a quien fue su padre. Ya les llegará su justo pago.
-¿Paso más allá? ¿Justo pago?
-Ambas son cosas que ni a ti ni a mi nos incumben. Ya no pasó, y no fue por responsabilidad nuestra.

Al parecer la realidad era más compleja de lo que parecía. Había escalas de valores, cumplimiento de objetivos, castigos, premios… era hora de aclarar el punto principal, aunque eso apurara su “justo pago”…

-Luz, por lo que entiendo cada cual es responsable de sus acciones. Pero para que eso funcione bien, ¿no debe ser evaluado el que planificó todo?
-Sí, cada cual es evaluado según su grado de responsabilidad, el que planifica es más responsable que el que ejecuta, en su justa medida.
-Luz… ¿quién planificó mi vida?
-Tú…

La respuesta que temía había llegado, tan directa y simplemente como las respuestas a todas sus preguntas trascendentales. Él era el principal responsable de todo el devenir de los acontecimientos, él por tanto era quien debía responder mayormente por todo lo acaecido… pero pese a ello todavía no encajaba todo en su lugar, y estaba demasiado tranquilo para como se desarrollaban los hechos.

-¿Qué fue lo que planifiqué de mi vida?
-Todo Blood, todo.
-Es que “todo” son demasiadas cosas, Luz.
-Así es, y demasiados años tomaste para que todo estuviera según tú lo deseabas.
-Es que… no puedo haber planificado todo, son miles de detalles…
-Todos y cada uno: tu cuerpo, las personas, las cosas, los plazos, hasta esa dichosa losa que tanto te costó sacar de aquí…
-¿La losa?
-Tu creación favorita… estuviste pensando cómo proteger y regenerar un cuerpo para que durara milenios, y qué mejor que un par de granos del infierno en ese planeta. Simple, perfecto, indestructible, y no llamaba demasiado la atención. Irrompible y misteriosa para los humanos, maleable para ti.
-Por eso me sentía tan bien en ella… pero lo que no comprendo es…
-¿El final?..-una mirada de odio se apoderó de Luz- no todo depende de nosotros, Blood. Íbamos ganando, el planeta ya era casi nuestro, dos o tres siglos más y hubiéramos podido iniciar una conquista estelar de ese lado del universo. Lamentablemente las huestes del bien se dieron cuenta y decidieron terminar con todo para empezar de cero con los pocos de su bando que quedaban.
-¿Y el resto? O sea… ¿los nuestros?
-Andan ahí fuera, flotando. Ya veremos si sirven de algo más adelante.

Blood ya estaba al tanto de todo, lentamente la conciencia de su realidad se asentaba en su mente, y asimilaba con claridad las repercusiones de las palabras de Luz. Definitivamente era una guerra del bien contra el mal, y había que pensar sólo en el resultado final. No importaban mucho esos cientos de millones de almas arrebatadas al bien, había que planificar el paso siguiente. No importaba haber estado milenios encarnado entre los vivos, ni el tiempo perdido en planificar, ni los dos demonios que no fueron capaces de ayudarlo cuando debían, ni las tres encarnaciones de su hermana… de hecho ya no necesitaba más respuestas. En el instante en que Luz terminó de contarle todo y él de internalizarlo, su conciencia despertó, y todo el conocimiento de su esencia inmortal retornó a él. Al mirar a Luz, notó un esbozo de sonrisa en su rostro.

-¿Qué miras?
-Despertaste, esa es la cara de odio de mi hermano.
-¿Se supone que sonría? Tanto tiempo y recursos perdidos para que el enemigo decida destruir todo. Todas y cada una de las veces que hemos estado cerca del triunfo ¿qué hacen ellos? Destruyen, parten de cero y nos quitan a los indecisos…-su mirada se dirigió a la burbuja del lado.-Y déjame a ese par a mí, que cuando termine con ellos no habrá lugar capaz de cobijar pedazos tan pequeños.
-Tranquilo, pueden ser…
-Mierda, eso es lo que son y siempre serán, y no necesito eso en mi camino.
-Está bien, serán tuyos.
-Y empieza a buscar un nombre nuevo, no quiero cursilerías si es que pretendes acompañarme o ayudarme la próxima vez.
-¿Habrá próxima vez, hermano?
-No te hagas la tonta…

En ese instante las burbujas y sus cuerpos desaparecen, y sus maléficas almas quedan en la misma oscuridad inicial. Ya no había incertidumbre pues esa era su casa y su condición natural, y el sufrimiento era definitivamente placentero. De pronto una voz llena su todo y el de Luz.

-Veo que volviste.
-Sí. Volví.
-Y de nuevo te fue mal.
-Menos que antes. Hay un par de cientos de millones que cayeron en nuestros dominios. Sé que no es mucho, pero por lo menos no fue pérdida.
-Sí, algo es algo. ¿Estás listo para una nueva tarea, o necesitas descanso?
-Estoy listo.
-Bien, empecemos a planificar.
-¿Hay candidatos?
-Sí. Pero esta vez partiremos con ventaja. Iremos al extremo de un universo que nos pertenece. Al parecer pretenden crear algunos cientos de planetas habitados y tendremos que empezar a mantener las almas de nuestro lado.
-Bien.
-Será un planeta pequeño, nada especial, no estás en condiciones de mucho desgaste y no tenemos tanto tiempo como con el que terminaron como para planificar demasiados detalles.
-Habrá que improvisar entonces. ¿Hay más datos?
-No mucho. Lo que está claro es que sus habitantes, en su momento, le pondrán un nombre bastante ridículo y ególatra.
-¿Sí, cómo lo llamarán?
-Tierra…

Epílogo

En una oscura caverna y protegida de la lluvia, una mujer en trabajo de parto intenta ocultarse de sus perseguidores. Un grupo de sacerdotes y soldados del rey la persiguen, pues habían interpretado señales en el cielo que les hacían pensar que su hijo sería un engendro del demonio, y había que acabarlos lo antes posible, para evitar males mayores en el futuro. Era una misión sagrada, enmarcada en la jurisprudencia de la iglesia y la inquisición, por lo tanto disponían de todos los medios existentes. La joven campesina había tenido una aventura con un soldado del rey, quien había muerto asesinado a la mañana siguiente de su única vez juntos por un moro, lo cual ya presagiaba malos augurios. La muchacha sólo deseaba tener su hijo, y no entendía el afán de la iglesia de tratar de demonio a su bebé.

Dentro de la caverna la joven siente el ladrido de los perros que acompañaban a los perseguidores, que se hace cada vez más tenue. Al parecer la lluvia confundió a los animales, guiando sus narices a otros lados. En ese instante empiezan unas terribles y seguidas contracciones; ella sabe que si grita alertará a los perros y sus dueños, pero el dolor es incontrolable y un espantoso grito sale de su garganta, el cual es ahogado por un largo y sonoro trueno que parece casi eterno.

A los pocos minutos, la joven logra terminar su trabajo de parto, pariendo un robusto varón de negra cabellera y verdes ojos. Por un solo segundo, los ojos del recién nacido se clavan en la roja cabellera de su madre. Al cruzarse las miradas de ambos, sus memorias se activan por ese único segundo, y una sonrisa irónica escapa de sus antiguos rostros…

FIN

miércoles, octubre 13, 2010

Historia de Sangre: Infierno

Historia de Sangre ©2007 Jorge Araya Poblete
Registro de Propiedad Intelectual Inscripción Nº 160719

Capítulo XXIX: Infierno

Oscuridad… silencio… ausencia de todo… la nada. Dolor, sufrimiento como sensación general, imprecisión para entender el entorno… en esa ininteligible maraña de nada, cientos de millones de conciencias intentaban comprender el estado que los definía y la ubicación de dicho estado. Ninguna de ellas conocía de la presencia de otras, y algunas ni siquiera de sí mismas. Muchísimas ni siquiera concebían la existencia de ese estado, y menos aún su dimensión. Sólo una sensación (que también causaba sufrimiento y dolor) rondaba en la nada y consumía a la mayoría de las conciencias: incertidumbre. Dentro de esa pléyade de conciencias, una de ellas, antigua, sabia, malvada, intentaba aclarar sus ideas. Mientras tuvo vida se le conoció como Blood…

La incertidumbre empezaba a incomodarlo. Estaba ahí, incorpóreo, como una conciencia en un algo no definido. Su memoria estaba intacta, todo lo vivido seguía en… en su todo… su mente trabajaba a la máxima velocidad posible, y lentamente creía estar comprendiendo… lo primero que creyó comprender era que había muerto. La roca dio contra el planeta y en ese instante todo acabó y apareció en esa nada. No estaba flotando en el espacio, pues no había estrellas ni restos del planeta destruido; no estaba soñando, era claro, simplemente porque nunca en su vida había soñado… eso era lo primero que tenía claro desde que estaba en su nueva condición (aunque aún no sabía cuánto tiempo había tomado esa concepción).

Muerto… si estaba muerto, sin cuerpo pero con conciencia, entonces era lo que algunos llamaban “alma”. Hubo un tiempo en que se dedicó a leer filosofía, para entender un poco el mundo de lo no físico; luego de cuarenta años estudiando dichos textos, y analizando a su luz la vida que tenía, decidió que de nada le serviría usar su tiempo en ello dada su aparente inmortalidad… además, un análisis superficial lo catalogaba en el grupo de los “malvados”, y la gran mayoría de los escritos coincidía en lugares comunes poco gratos para los miembros de esa categoría. Pero ningún texto siquiera lograba rozar tangencialmente lo que estaba aconteciéndole. Ahora estaba claro, estaba muerto y en el “infierno”, o como fuera que se llamara ese estado. Pero pese a lo incómodo que era sentir incertidumbre y no tener cuerpo, no cuadraban muchas cosas… no había para él un gran sufrimiento, ni tampoco se sentía alejado de lo que todos anhelaban (según los textos filosóficos) luego de morir. Dado que aún no recordaba el acontecimiento “muerte”, ese estado le parecía hasta placentero…

-Blood- una vibración hecha voz interrumpe sus ideas; en ese instante, reaparece su imagen corporal- ¿Cómo te sientes?
-…ehhh…
-Supongo que no me gritarás como la primera vez que hablaste- en ese instante una imagen corporal aparece frente a él, como si ambos estuvieran en una burbuja dentro de la nada.
-Luz…
-Sí… aunque aquí no es un nombre apropiado, sí, soy quien tú conociste como Luz.
-Y si no es un nombre apropiado el tuyo acá, podría suponer que “acá” es…
-Sí, lo que tú conocías como “infierno”.
-Es interesante.
-¿Qué cosa?, ¿el hecho de que estés en el infierno, o que no sea el mar de tormentos que leíste en tus adorados libros?- una suerte de sonrisa se dibujaba en la boca de Luz.
-¿No sería más fácil que tú hablaras libremente y me contaras las respuestas a todas las preguntas que sabes que te haré?
-Veo que la paciencia no es una de las virtudes que hayas aprendido en tu vida, hermano mío…-la expresión de Blood fue casi la misma que al ver el asteroide, segundos o milenios atrás.-Bueno, esa pregunta es de las más antiguas que tenías, y creo que era útil aclararla desde el principio. No había nadie capacitada para ayudarte en tu misión más que yo. Por eso aparecí tres veces por allá, aunque la última fuera sólo para ir a buscarte, por deferencia…
-Espera, dijiste tres veces. Te conocí al principio y luego al final, ¿cuál es la otra vez?
-¿Quién crees que activó todo el proceso de los descendientes?
-No entiendo eso de activar… ¿acaso eras la famosa bruja de la leyenda?
-Veo que aprendiste a deducir bastante bien…

Poco a poco la vista de Blood empezó a cambiar. Mientras pasaba el tiempo podía ver en la oscuridad que conformaba el todo en ese sitio. La oscuridad era inconmensurable. Dentro de ella millones de minúsculas esferas flotaban y vibraban a distinta frecuencia. En muchos lugares dentro de la nada había burbujas donde algunas de esas esferas tomaban forma corporal, permanecían un tiempo así y luego volvían a ser esferas; al volver a esa condición, su vibración cambiaba de modo tal que denotaba sufrimiento en sus diversas formas. Definitivamente ese era el infierno.

-Aún hay cosas que no soy capaz de deducir. Son demasiadas las cosas que no tienen sentido para mí, demasiadas las cosas que viví y que al parecer tienen explicación.
-Fue demasiado el tiempo que viviste, y mucho lo que hiciste.
-Y así y todo fue infructuoso.
-Eso es una conclusión, y esas van al final de los libros.
-Lo sé, viví de ellos y por ellos.
-Es demasiado minimalista ver tu existencia de ese modo.
-Creo que no estoy partiendo del principio. Veamos Luz, ¿qué soy?
-Así si, primera buena pregunta que escucho. Eres un demonio…

domingo, octubre 10, 2010

(Aniversario)

(Y en lo que a nadie importa, este antro de relatos de terror y suspenso cumplió ayer 9 de octubre 5 años de sangre, vísceras y finales sorpresivos)

miércoles, octubre 06, 2010

Historia de Sangre: Omega

Historia de Sangre ©2007 Jorge Araya Poblete
Registro de Propiedad Intelectual Inscripción Nº 160719

Capítulo XXVIII: Omega

El viejo profesor estaba guardando su computador portátil y su proyector. El auditórium vacío y en silencio le permitía pensar y recordar. Hacía decenas de años que cazaba cada vez menos, y eso le había dado un aspecto de ancianidad; pero pese a ello conservaba intactas sus fuerzas y su experiencia al momento de alimentarse. De todos modos, ese aspecto mejoraba su pantalla. Ya no debía desparecer, pues era simplemente el “viejo”. Ya no debía preocuparse de heredar nada, pues él sería siempre heredero de sí mismo. Sabía que ya estaba por cumplirse el plazo de la maldición, y que habría de lidiar con el siguiente descendiente, al cual de seguro debería matar por su incompetencia. Y nuevamente aflorarían las dudas y los cuestionamientos, que durarían algunas semanas, o años… pero ello no interrumpiría su rutina, su vida, su ciudad ni su universidad. Nada cambiaría mientras él viviera. Absorto en sus ideas no escuchó la entrada de una joven alumna de primer año.
-Disculpe doctor Blood, se me quedó la mochila.
-Trate de no ser tan descuidada señorita- dijo Blood de espaldas. Al voltearse para ver a la despistada y saber a quién interrogar en la siguiente clase, creyó estar viendo visiones: la joven tenía una frondosa y roja cabellera, y unos oscuros ojos que despertaron sus primeros recuerdos…
-Señorita, ¿de dónde viene usted?
-De la ciudad vecina doctor… ¿por qué?
-¿Cuál es su apellido?
-North, doctor. Dicen que mi familia perteneció a la realeza algunos siglos atrás, pero esa historia es poco creíble, está llena de imprecisiones y fantasías.
-¿Leyendas? ¿De un conde que fue maldecido por una bruja, y que tuvo un hijo monstruoso que comía humanos?
-¿Cómo sabe eso doctor? Esa leyenda es antiquísima, y sólo se conoce en la familia y los cercanos.
-Conozco demasiadas cosas señorita, y no todo en mi vida ha sido estudiar y enseñar medicina. Conocí a una antepasada suya, y ella me contó esa historia.
-¿Sí? ¿Quién era ella?
-Se llamaba Luz, y era idéntica a usted.
-¿Luz? No, no puede ser doctor. Nadie en mi familia, salvo yo y la primera matriarca del otrora clan ha llevado ese nombre, debe ser un…-en ese instante el celular de la joven Luz suena, y su semblante cambia radicalmente.-Doctor, debemos salir del edificio de inmediato, hay algo raro en el cielo…

Blood y la joven Luz salen del auditórium. Luego de tantos siglos de ver guerras, plagas, fenómenos naturales y estelares, era poco propenso a sorprenderse. Ni la llegada de la tecnología lo sorprendió en su momento, de hecho fue uno de los primeros en experimentar con cada uno de los inventos que aparecían semana tras semana, y fue el gestor de las incipientes carreras tecnológicas de la universidad. Probablemente había una lluvia de meteoritos o alguna nube con forma o color atípico, o algo parecido a una aurora boreal en una zona como esa en que no se conocían. Tal vez algún aparato experimental que estaba dando vueltas en el espacio tuvo un percance y precipitó a la superficie; inclusive hasta podía ser un objeto de otro planeta, sistema o universo...

Cuando salieron del corredor que daba entrada al auditórium y llegaron al patio del otrora castillo, un grito de asombro salió de Luz y una mirada incrédula se apoderó de Blood. Pese a todos los siglos vividos, era primera vez que veía algo así. El cielo estaba completamente rojo, una suerte de remolinos de nubes giraban a toda velocidad y un extraño y poderoso viento parecía empujar todo hacia el suelo. De pronto todo empezó a vibrar, como si un terremoto de aire aplastara y agitara al planeta; la gente empezó a caer por la fuerza de la vibración, del miedo, de la fe y de los infartos. En ese instante Blood supo que había llegado el momento que de niño creía ver llegar a cada instante, y que ahora le parecía un imposible en su realidad… había comenzado el final. Pero no su final, sino el de toda la realidad según se entendía. Los interminables siglos se agotaron, y llegó el tiempo sin tiempo… aquello que él había provocado a tantos, ahora le ocurriría, y nada podía hacer al respecto… el rival era simplemente invencible, no como los que había tenido a través de su historia. Mientras la gente seguía cayendo a su alrededor, un extraño dejo de vacío lo empezó a envolver… luego de siglos aprendiendo y enseñando todo lo que se podía, ese conocimiento se perdería para siempre… en ese instante toda la sabiduría contenida en su memoria era simplemente inútil, inaplicable, efímera igual que su casi eterna existencia… todos los logros suyos y de los que de él aprendieron no tenían sentido en ese momento. Mientras la temperatura y la presión aumentaban, mientras todos miraban desde el suelo al cielo, mientras las voces religiosas imploraban perdón y misericordia, el vacío del conocimiento y la sabiduría totales amargaban el final de Blood.

Lentamente la fuerza de la vibración, el calor y la presión comenzaron a derribar todas las construcciones de la ciudad. Los modernos edificios de la nueva Slabcastle caían por doquier, sus cristales derretidos llovían sobre las calles y las personas, los vehículos se incendiaban espontáneamente y explotaban lanzando esquirlas por doquier, matando a más y más personas a cada segundo… las fuentes de aguas danzantes de las plazas, con sus aguas ya evaporadas, eran cubiertas por los carbones de los árboles que alguna vez las rodearon… el pavimento se empezó a levantar y resquebrajar abriendo grietas que aceleraban la muerte de los que quedaban aún...

-Blood…- una voz de mujer lo sacó de su amargura-…es la hora…- en ese instante vio a su lado a la joven Luz, la única persona además de él capaz de permanecer en pie, quien tomó su mano tal como alguna vez lo hizo milenios atrás.
-Luz… no entiendo…
-No puedes… por lo menos por ahora… no te preocupes, será rápido y sabrás exactamente cuándo… yo iré contigo…
-Luz… - en ese instante las paredes de los dos castillos empezaron a crujir, y súbitamente una línea de aire atravesó la continuidad de ambas construcciones desde arriba hacia abajo. Cuando Blood vio la grieta que partía esos ladrillos, los mismos que sólo fueron capaces de nacer de sus puños, su mirada se dirigió instintivamente a la losa… aquella superficie que había protegido su vida por siempre, que le había dado casa y abrigo, que le había dado el nombre a su ciudad y su universidad, seguía sin quebrarse. De pronto, frente a sus asombrados ojos, la losa se empezó a licuar… era el instante del fin, el que no tenía sentido para él…
-Mira…-al sentir la voz y la mano de Luz, Blood miró al cielo: entre los rojos remolinos un destello ígneo lo cegó para siempre… dos décimas de segundo después el asteroide atravesó el planeta de lado a lado, acabando con toda forma de vida en ese sistema planetario.