Si entras a este blog es bajo tu absoluta responsabilidad. Nadie asegura que salgas vivo... o entero. Si imaginaste que aquellas pesadillas interminables que sufrí­as de niño cuando te daba fiebre eran horrorosas, prepárate para conocer una nueva dimensión de la palabra HORROR...

miércoles, diciembre 29, 2010

El botero

El delgado botero rema de pie en su viejo bote. Cual gondolero, nunca pudo acostumbrarse a bogar sentado, de modo tal que su largo remo le servía tanto de impulso como de timón. Con la tranquilidad que da el ser dueño de su propio destino, boga sin apuro por el interminable río. De vez en cuando algún desconocido le hace señas desde la orilla para que lo lleve río abajo, a lo cual siempre accede pues lo suyo es navegar. Al terminar el viaje siempre le regalan una moneda de propina, las cuales tiene acumuladas pues su vida no requiere de monedas para seguir siendo vida.

Aquel día era diferente. Luego de varias agitadísimas e interminables jornadas previas de viajar una y otra vez con pasajeros río abajo, a veces llevando a más de uno por la cantidad de viajeros, y con su bolsa llena de propinas, ahora se encontraba con el río totalmente vacío. Por fin podía navegar como le gustaba, disfrutando del agreste paisaje y escuchando el silencio de la naturaleza en su máxima expresión.

El delgado botero rema de pie en su viejo bote. De pronto divisa a lo lejos en la orilla a su querido perro, fiel compañero por años de sus viajes. Con premura acerca su bote a la ribera: con cada palada del remo ve cómo la cola de su amigo se agita más y más. Al llegar a su lado el perro salta al bote, y el botero puede por fin acariciar las dos cabezas de Cerberus. Al parecer la vida en la tierra había acabado, y ahora el delgado Caronte podría simplemente remar por el río de la muerte junto a su guardián por el resto de la eternidad…

miércoles, diciembre 22, 2010

Incondicional

De fondo la banda toca incesantemente los temas conocidos por todos. Las voces corean casi como un mantra los estribillos, y algunos cantan las letras íntegras. Muchas chillan y aúllan sin saber qué están cantando en el escenario, menos aún después de desmayarse por la emoción. Alrededor de ellos el resto salta al ritmo del bombo y el bajo. En medio de ellos una muchacha está de pie al centro de la cancha sin seguir los latidos de la masa asistente al concierto.

Ya van cerca de dos horas de concierto. La banda toca su recital de despedida, así que el estadio está repleto de fanáticos de todas las edades. Queda casi nada para la despedida final, y tanto los músicos como el público luchan por posponer dicho instante. Entre medio, la muchacha sigue impávida el devenir del recital.

Termina el recital, la banda se despide emocionada del cariño de sus seguidores incondicionales. La gente aplaude y grita a rabiar por sus ídolos. En medio de ellos la muchacha activa el detonador del cinturón de explosivos que llevaba bajo la blusa y la falda, matando a la mitad de los asistentes al concierto de despedida. Esperó a que los músicos se fueran, pues antes que terrorista seguía siendo una fan incondicional.

miércoles, diciembre 15, 2010

Percherón

En la fría oscuridad del invierno el viejo caballo sigue su instinto. Veterano de cientos de batallas junto con su amo, sabe que ha llegado la hora de tomar la iniciativa. En su juventud fue un brioso percherón negro, bastante rápido para su gran tamaño y peso, lo cual lo hizo destacar dentro de los caballares destinados a la guerra. El guerrero que se hizo cargo de él era uno de los más rudos e inclementes jinetes de caballería. Su espada rara vez duraba más de una batalla, terminando quebrada en el lomo del caballo de algún rival, o atravesada entre las costillas de alguno de sus enemigos. El guerrero no sabía de miedo ni piedad, y en cuanto vio a la bestia negra decidió quedárselo y entrenarlo a su antojo. Así, el joven percherón debió aprender a cabalgar entre el fuego, lanzas, y brutales apaleaduras, hasta lograr el mismo temple siniestro de su jinete. Tal era el grado de fusión entre ambos, que muchas veces con solo sentir a su amo encima sabía que debía pisotear cuerpos en el suelo o cocear a los caballos de los rivales para facilitar o complementar el accionar del guerrero.

Con los años las fuerzas de ambos habían mermado, pero no así el ímpetu, que sumado a la experiencia en batalla los convertía en una dupla de temer. Pero aquella batalla era especial, el enemigo los superaba en número con creces, así que había que redoblar esfuerzos para vencerlos. A la segunda carga el fiero guerrero recibió un golpe de espada en la armadura que le fracturó la mitad de las costillas impidiéndole respirar sin dolor; a la cuarta, un lanzazo le destrozó el hombro y le dejó inutilizado el brazo diestro. Luego de escapar hacia un monte desierto, el jamelgo descansa de las cuatro feroces cargas contra las líneas enemigas, y repone fuerzas tomando algo de agua que encuentra aposada después de la lluvia. El jinete ya no tiene fuerzas ni claridad mental para guiarlo; sólo atina a acariciarlo por sacarlo de la batalla.

En la fría oscuridad del invierno el viejo caballo sigue su instinto. A sabiendas que su amo jamás se rendiría, decide lanzarse contra el grueso de las líneas enemigas para morir matando tal y como fue entrenado. Mientras se lanzaba cerro abajo, el jinete se maldecía por no haber entrenado a su caballo para perder una batalla; sólo le quedaba blandir su espada por última vez…

miércoles, diciembre 08, 2010

Renuncia

-Buenos días.
-Buenos días jefe
-Me dijeron que necesitaba hablar conmigo
-Sí jefe, quería avisarle formalmente que renuncio.
-Ajá… ¿estás seguro de esto?
-Sí jefe, ya lo he pensado con calma y creo que es necesario para mi.
-¿Te queda claro a qué estás renunciando con esta decisión?
-Sí. Renuncio a esta vida, a esta realidad, a estos pecados, a estas virtudes, a mi ignorancia, a mi mortalidad, a mi ceguera, a mi indolencia. Renuncio a todo lo que me hace ser lo que soy.
-Pero falta lo principal, aquello que tú y yo sabemos que dejarás de lado por tu renuncia. Si no eres capaz de decirlo, no podré aceptártela.
-Pero jefe…
-Dilo, sino no estaré seguro que estás renunciando de corazón a este proyecto.
-Jefe…
-Dilo.
-Está bien… renuncio a mi esencia…
-¿Y?
-… renuncio… renuncio a mi alma.
-… está bien, acepto tu renuncia.
-Yo… yo no…
-No te preocupes, es tu libre albedrío. Vete rápido.
-Gracias…
-No agradezcas nada. Cuando nos enfrentemos en Megido no dudaré en aplastarte sin misericordia…

miércoles, diciembre 01, 2010

Prescindencia

-¿Qué estás esperando?
-El amanecer.
-Falta poco parece.
-Sí, parece que queda como media hora, como no tengo reloj…
-Verdad que ya no tienes. Pero son hartas las cosas que ya no tienes.
-Sí, de hecho en estos instantes no tengo nada. Hasta la ropa que llevo puesta es prestada.
-Pero bueno, ya pasará.
-Sí, al amanecer todo pasará.
-¿De verdad? Entonces queda cada vez menos… oye, te equivocaste.
-¿En qué?
-En lo de no tener nada.
-¿Ah sí, y qué tengo?
-Me tienes a mí.
-No, a ti es a quien menos tengo.
-Todos tienen conciencia.
-¿Tú eres mi conciencia? ¿Y dónde estabas cuando violé y maté a esas hermanas?
-Yo…
-Ya no importa, está por amanecer, ahí vienen. Tú atiende al cura, que yo me las veré con el verdugo…